"No gracias. Yo no necesito estudiar Español" :-(





Leonor me cuenta que se nota que Carlo está habituado a llevar la iniciativa y que, consecuentemente, hay momentos en los que, de una manera inconsciente, tiende a querer dirigir la clase.
 
Yo confío en ella al 200%, y aunque suene pelín a “auto bombo”, pensé en adjudicarle precisamente ese grupo sabiendo que, ante una eventualidad como esta, sabría dominar la situación y “torear” lo que hiciera falta. 
 
La capacidad para gestionar este tipo de cosas que, si lo piensas, trascienden el mero hecho de dar una clase de, en este caso, Español para extranjeros, es una cuestión muy a tener  en cuenta a la hora de, primeramente, seleccionar prof@ y, en segundo lugar asignarle un grupo o un alumn@ determinad@.
 
Y es que, dejando aparte (y esto es una obviedad muy obvia) que un/a prof@ tiene, primeramente que serlo, y, además, saber transmitir conocimientos, el dar clase (y me atrevo a decir que, incluso más, darla “in company”), tiene mucho de ser (además de formador/a) psicólog@, consejer@, confidente, animador/a y, por decir más, en ocasiones incluso “pacificador/a”.
 
El/la alumn@, además de alumn@, es human@ y, en consecuencia, como no hay dos iguales, “de su padre y de su madre”.
 
En un aula te topas con todo tipo de caracteres (recuerdo, por poner un ejemplo, a aquel ex ministro que tenía por costumbre repetir en alto, una media de 25 veces, cualquier palabra nueva que aprendiese y que se tomaba como ofensa personal que intentases meter baza para pararle), y ante tanta variedad, la habilidad del/la prof@ para adaptarse al Cliente y a su personalidad, para saber escuchar o para ser mediador/a cuando hay que serlo es vital.
 
Quizás sea exagerar un poco pero no voy muy desencaminado si digo que el éxito de un curso depende, en igual medida, de, por una parte, los conocimientos del/la profe y de, por otra, la manera de trasmitirlos con habilidad adaptando la dinámica de la clase a las peculiaridades, personalidad y expectativas de l@s alumn@s.
 
 
PS. Nunca, y lo digo de verdad, he sido demasiado mitómano pero, aún estando encantadísimo con Carlo (muy majo por cierto y con muchas ganas de aprendier) y su equipo (muy agradables, y con toda la motivación del mundo pesar de que todavía se están adaptando) me quedo, lo confieso, con las ganas de organizarle algo a Zinedine.
 
Desafortunadamente, su respuesta a mi súper ingenioso “¿y tú no te animas?” fue un más que correcto : “No gracias. Yo no necesito estudiar Español” L.
 

 

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