Recetas para la frustración.
Hace un par de semanas y durante una primera toma de contacto con la Dirección
de Recursos Humanos de una importante entidad aseguradora, su representante
comentaba, un tanto resignada, que la experiencia general que, hasta la fecha,
había tenido con “las clases de Inglés” era que los cursos solían carecer de
una dirección definida. Decía también que, en muchos casos, los comentarios
que, a posteriori, recibía de l@s distint@s participantes reflejaban esta falta
de estructura y planificación.
Sin entrar en el tema de la calidad del profesorado, apuntaba, por otra
parte, que su experiencia a nivel gestión y en lo relativo al intercambio de
información con el proveedor de turno estaba falta, frecuentemente, de la
agilidad que a ella le hubiera hecho
falta.
Decir que el Cliente siempre tiene la razón es, quizás, decir mucho (aunque
no hay que dejar nunca, pero nunca, nunca que el Cliente sepa que quizás,….
probablemente,…. puede que….esté equivocad@ J) pero en esta ocasión, pienso honestamente que
los comentarios que ella me hacía no podían estar más encaminados.
Bajo mi punto de vista, los pilares de cualquier Curso ya sea o no de
idiomas.
n
Un objetivo preconcebido que permita al alumn@ saber hacia dónde se
dirige y un sistema de evaluación coherente como sirva como herramienta para
medir la viabilidad de su consecución: Si necesito, por ejemplo, negociar en Inglés,
dadme, ¡por el amor de Dios!, las “armas” para hacerlo de una manera efectiva y
encaminemos tanto contenidos como metodología hacia ese fin.
n La suficiente flexibilidad,
en este caso por parte del formador/a, como para adaptar tanto contenidos como enfoque
a las necesidades específicas o puntuales de l@s participantes: El verdadero valor de un centro de formación no
es ni su imagen corporativa, ni su capacidad para organizar súper campañas
mediáticas sino la valía de su
profesorado.
n Un servicio ágil de gestión que, desde las oficinas del proveedor,
permita efectuar un seguimiento adecuado y dar una respuesta eficaz ante posibles
eventualidades: En este último
caso, yo prefiero “pecar de pesado” y mantener un contacto continuado tanto con
alumn@s (“sufridor@s” de mis “correitos rápidos” y mi “Servicio de Consultas”) como con los distintos
Departamentos de Formación porque, en plan egoísta, me compensa estar al tanto
de lo que pasa y detectar problemas si los hay.
Estos tres puntos (y algún otro que se me ocurre) que parecen tan sencillos
sin serlo y que aparentemente no entrañan mayor misterio (aunque son en
verdad misteriosos, misteriosos) son, posiblemente, la receta para curar, al menos en parte, la
tradicional frustración de mi amiga de la Aseguradora y de, probablemente,
otr@s much@s responsables y técnic@s de RRHH
en los confines del universo formativo.
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