¿Caballo grande ande o no ande?








¿Caballo grande ande o no ande?

Hablaba el otro día con una amiga que me comentaba que su empresa, un banco extranjero, trabaja, sola y exclusivamente, con proveedores que, como mínimo, sean multinacionales.

Aunque, honestamente, no entiendo muy bien lo de “como mínimo” (¡¡quizás estén abiertos a tratar también con “proveedores interplanetarios”!!) y no termino, además,  de ver la “lógica final” de una política semejante (hablo aquí, desde mi perspectiva de empleado en empresa de tamaño medio que, aún así, maneja grandes cuentas y que se esfuerza en competir – o al menos en intentarlo – con el tipo de proveedores que mi amiga menciona), estoy seguro de que optar por los “caballos grandes” ha de tener innumerables ventajas que van, y seguro que me olvido infinidad, desde el respaldo de una infraestructura más potente y un mayor alcance hasta, quizás, y depende del caso, una mayor rapidez de respuesta.

Proveedor Interplanetario :-)

 ¿Qué? … ¿Que lo de no ver la “lógica final” es porque tengo envidia y que posiblemente no sea muy sana? … Pues….quizás sí….porque, seamos francos, dejando aparte a los “conformistas empedernidos”, el que diga que no quiere prosperar o, en plan más fino, realizarse profesionalmente, miente o se engaña.

Como muestra un botón: Hace muchos años, empezando en esto de la gestión, tuve un “jefe” que, puro en ristre, repetía solemne: “yo sólo aspiro a tener un número limitado de Clientes de calidad y a que impartamos el número suficiente de horas (de formación en empresa, por ser más claro) para vivir cómodamente. Un número de horas que podamos controlar sin perder calidad en el servicio. Si somos egoístas sacrificaremos nuestra identidad”

¿Bonito, eh? Yo, joven e inexperto por aquel entonces (y más tonto que un cubo) le creí y me esforcé y me esforcé hasta que, descubrí, al poco, que lo que el personaje buscaba realmente era vivir, si señor, lo más cómodamente posible (no mentía, no) pero sin dar palo al agua y, ¡sorpresa!, aumentando y aumentando el número de Clientes a expensas del trabajo del prójimo sacrificando, incluso, aquella “identidad” que, quizás, lo fue al principio…

Y es que sí…: él, yo e incluso tú, quieres que tu caballo sea grande y que el banco extranjero de mi amiga te lo compre y que se lo enseñe a sus amigos pero, reconociendo y reconociendo lo de la envidia de antes J y, ya que estamos, por filosofar un poco, ¿el caballo grande es, además de grande, el mejor por defecto? o dicho de otro modo…



Hace unos meses comía con el Director de una de las grandes consultoras lingüísticas a nivel nacional. Siendo amigo, nos juntamos de vez en cuando para contarnos batallas y criticar a quien se lo merece J. El caso es que, enfrentándonos a un arroz, me decía que, aún con todo el “tinglao” que su empresa tiene montado, echaba un tanto de menos el componente “artesanal” que la mía aporta.

Asumo/espero que lo de artesanal fuera ”piropo” y reconozco, abiertamente, que, si por artesanal se entiende trato personalizado, especial atención a la selección de formadores, preocupación “total y absoluta” por el tipo de feedback que los Clientes transmiten y sobre todo, una cierta “obsesión” por que cada participante sepa, en un momento determinado, ya no el nombre de la escuela (que también) sino a quién se ha de dirigir para solicitar material extra, resolver dudas y, simplemente, regañarnos por lo que sea, aquí somos artesanales de pro.

Ojo, con esto no digo que "los grandes" no hagan lo mismo (unos sí o otros quizás no, que de todo habrá – como en el caso de “los pequeños”), pero lo que sí está claro es que si no lo hacen, tendrían que hacerlo porque, bajo mi punto de vista, más que el tamaño, lo que verdaderamente importa es lo que decía mi amigo "el del puro", que "la teórica" se la sabía fenomenal: ofrecer un servicio de calidad y ser fiel a una identidad y una línea de trabajo.


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