MI PROFE NO ME CORRIGE :-(


MI PROFE NO ME CORRIGE 😢




Asistir a una clase de idiomas no es ya, o al menos no debería ser, sinónimo de pasar un rato entretenido con el consabido nativo que, sin mayor orden ni concierto, nos pregunta sobre "nuestro fin de semana".

Si bien el  "estudiante español" adolece, al menos sobre el papel, de la falta de valentía necesaria para hablar un idioma extranjero (el tan estereotípico “miedo al ridículo” que tanto daño nos ha hecho) y busca, en muchos casos, una clase de conversación que le permita lanzarse y comunicarse de manera efectiva, termina igualmente, cuando la clase va simplemente de “eso”, de “hablar sin ton ni son”, cansándose y abandonando mientras entona el ya tristemente famoso “mi profesor es muy simpático pero no me corrige”.

Gente simpática dando clase hay mucha pero, al igual que cuando estamos enfermos recurrimos más a un médico y menos a ese vecino de abajo que tiene un remedio casero infalible que heredó de su abuela, a la hora de aprender un idioma habremos, si lo que queremos es asegurarnos el retorno de la inversión (de tiempo y, lógicamente de dinero!!), de acudir a un profesional. Id est 😉 formador profesional y cualificado y esos, los "profesionales", corrigen.

Corregir, y hacerlo bien es, sin lugar a dudas, muy difícil. Al hacerlo entra en juego un sin fin de factores que depende desde de la tipología del alumno hasta la naturaleza de la actividad específica que estemos realizando en ese preciso momento.

Tipología del alumno: corregir es, está demostrado, necesario pero igual, lo reconozco, que puede percibirse como herramienta para la mejora (si hablo mal agradezco que me corrijan porque me ayudará a hacerlo mejor), hay ocasiones en las que una corrección excesiva o a destiempo puede minar la confianza y provocar la desmotivación. El encontrar el equilibrio justo entre qué y cómo corregir es complicado e implica saber "leer" el perfil psicológico de los alumnos. Al mismo tiempo, un método de corrección que es efectivo para unos puede no serlo, ni de lejos, para otros así que, como decía, lo de poner coto a los errores es, de todo, menos fácil.

Naturaleza de las actividades: aún siendo gran fan de la corrección, antes de corregir y de decidir cómo hacerlo, conviene analizar la fase de la clase en la que nos encontramos. No es lo mismo corregir a un alumno cuando estamos inmersos en un ejercicio de "práctica controlada" y trabajando una estructura/aspecto específico (habremos entonces de centrarnos, principalmente, en corregir ese aspecto en particular y no tanto otros) que en una actividad pensada para "favorecer confianza y fluidez". En estos casos, cuando lo que se busca es potenciar la habilidad comunicativa del alumno haciéndole sentirse cómodo utilizando el idioma de manera práctica, cortar el flujo de la conversación con correcciones a destiempo es, claramente, contraproducente.

En conclusión: a la corrección (siempre, ojo, que no sea, y sobre eso se podría escribir mucho...otro día 😊, un freno para la fluidez) y a un profesorado cualificado que sabe qué, cuándo y cómo corregir.

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