Factores claves en una presentación que aspire al éxito





El Jueves pasado asistía como invitado al acto de presentación de un importante resumen publicado en el ámbito de la cooperación internacional. 

El texto inicial, en cuya traducción al Inglés estuvimos trabajando durante los últimos meses, se convirtió, tras todo tipo de cambios, adiciones, esperas y revisiones, en un libro de más de 200 páginas al que siguieron resúmenes, notas de prensa y documentos adjuntos varios.

Recibir un encargo de ese tipo y embarcarse en la traducción de un documento de estas características es, por la inequívoca proyección de sus contenidos y por el indudable peso de los datos que revela, una labor muy interesante no exenta, sin embargo, de un cierto grado de responsabilidad.

La labor del traductor, tan infravalorada desde, en muchos casos, la ignorancia, es siempre vital y, quizás aún más, en casos en los que, como en este, se busca trascender límites puramente geográficos y concienciar tanto política como socialmente. Abundando en esta línea, precisamente, nos escribía, desde el Cliente, una de las redactoras del informe agradeciendo la labor realizada desde FYNE: “…ha sido un trabajo duro pero colectivo, por lo que las felicitaciones se tornan extensibles también a nuestros traductores. Sin vosotros, llegar más allá de Iberoamérica sería imposible”. 

El acto, al que acudieron varios embajadores, algún viceministro y numerosos referentes en el ámbito de la cooperación resultó, siendo honestos,  incluso más interesante de lo que, a priori, esperaba.

Tras los saludos y agradecimientos pertinentes, y después de varias intervenciones breves de los componentes de la mesa que presidía el evento, llegó la presentación del informe en si.
 
 
Obviamente, tras haber tenido en nuestras manos el texto íntegro y después de haberlo revisado varias veces pensando en dejarlo listo para la fase de maquetación e imprenta, ver que alguien pretende resumir los contenidos de 226 páginas en 10 minutos tiene su “componente de misterio”: ¿Qué dejar de mencionar? ¿A qué dar prioridad entre tanto dato primordial? ¿Cómo “abarcar lo inabarcable” y hacerlo de un modo que resulte atractivo para un auditorio versado en el tema?

Por lógica, un ratito da para lo que da pero, desde mi experiencia y habida cuenta de las limitaciones temporales, la presentación no pudo ser mejor.

Hablar en público es sinónimo de práctica y tras la práctica, de más práctica e incluso de más práctica aún y todo lo que no sea ir en esa línea y dejar de “automatizar” el discurso haciéndolo, de ese modo, natural y fluido equivale a ser firme candidato al desastre más o menos absoluto.   

El ponente, sin embargo, lo tenía claro y mostró, desde el primer momento, que se había trabajado su intervención a fondo cuidando estructura y siguiendo un orden lógico que “apuntaló” con el uso de gran variedad de marcadores textuales.
 Mantuvo, por otro parte y en todo momento, contacto visual con la audiencia sin dar la impresión de depender en demasía del soporte visual (presentación en pantalla) con el que complementaba su charla. Utilizó, por otra parte, su voz y su lenguaje corporal (expresión facial, manos y actitud en general) de manera eficiente como herramienta que le permitió generar empatía e involucrar a un auditorio que, bajo mi punto de vista, le escuchó muy satisfecho y que disfrutó de su habilidad para añadir algún toque de humor (tan importante al hablar en público si se utiliza racionalmente) en determinadas fases de su discurso.
Todo ello, junto con una conclusión muy convincente contribuyo a que la tarde, a fin de cuentas, resultase interesante en todos los aspectos.
 


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