Optimización de Recursos.
Andrea y Martín son, sin lugar a dudas, lo más precioso que
tengo.
Mi vida es, simplemente, y de aquí a Roma, muchísimo mejor con
ellos y ¿por qué no? con Pinky, con Conejito, con el cinturón Pokemon, el
cuento de por las noches, las zapatillas de ruedas y la dichosa Patrulla Canina.
Reconozco que lidiar con un canijo de 5 años y con una
“mayor” de casi 7 tiene su complicación (extrema en muchos casos) y que hay veces que, por muy simple que lo
pinte todo la tal súper Nanny, mis enanos son capaces de sacar de quicio al más
pintado.
Los interfectos, sorprendidos por algún paparazzi...
Lógicamente, cuando tienes niños quieres, aunque suene a
súper tópico, lo mejor para ellos (en mi caso aspiro, seriamente,
a que de mayores sean Clientes y nunca proveedores
como su padre J) e intentas, al menos en nuestro caso, educarles dentro de
una lógica que les enseñe a trabajar y esforzarse para conseguir las cosas. Cada
acción tiene, o al menos debería tener, su consecuencia y si pones empeño y no
te rindes se obtienen resultados.
Obviamente, por muy racional que se quiera ser y por muy
claro que, sobre el papel, podamos tener el tema, hay veces que uno cae en la tentación
(¡¡¡¡porque son tu niños y te miran con esas caritas!!!!!) y sucumbe, en
contra de cualquier atisbo de sentido común, a “caprichos” e “incongruencias”
varias y, afrontémoslo, Epi fue, sin lugar a dudas, una de ellas.
Epi….”los orígenes”.
Hace 3 años, fuimos a pasar unos días a Portaventura sabiendo
que había un área temática dedicada a Barrio Sésamo (he sido y soy muy de
enseñar videos “antiguos” a mis canijos y de aficionarles a “los clásicos”) con
la idea de volvernos con algún muñequillo, camiseta o similar.
Vimos a Epi - grandísimo
(casi más que Martín por aquel entonces) y tan sonriente - según entramos en la tienda. Martín lo agarró
directamente y…ya…no lo soltó.
Preguntamos el precio (en torno al “millón de dólares”
de la época) y, en contra de cualquier lógica cósmica, viendo la cara de
ilusión del canijo, y sabiendo que era una compra sin demasiado sentido (el
tiempo lo diría), Epi entro en nuestras vidas.
Epi….”el desenlace” JJ.
Esta mañana, 3 años más tarde, mientras subía las literas de
los enanos y colocaba los miles de muñecos con los se van a la cama, al mover
una especie de tubo grande de plástico transparente en el que guardamos los
trastos, juguetes y varios que los canijos apenas utilizan, (Conejito se había
caído detrás del dichoso tubo y había que rescatarlo) he vuelto a ver a Epi. Me
miraba, aburrido y derrotado desde el fondo del tubo, sentado encima de un
pulpo multicolor.
Siendo realistas Epi (helo aquí debajo liberado de su exilio)
tuvo su momento - efímero pero momento al fin y al cabo - y si hoy está como está (conviviendo con un
pulpo) es, indudablemente, fruto de nuestra “mala cabeza”. Le separamos de Blas
porque sí, por un impulso sin estar, en absoluto, seguros de la lógica que
pudiera haber detrás de comprarlo.
Nos le llevamos, básicamente, por el capricho de un “mini
fan” de 2 años… LL
Epi…. “La moraleja”.
Por llevar toda esta historia a un plano un pelín más
profesional, pensando en dar un poco de sentido al título (tan corporativo) del
post y movernos, ya que nos dedicamos a eso,
hacia el ámbito de la formación:
Utilizar el presupuesto del que podamos disponer comprando Epis
simplemente porque están de moda o sin bonitos y sonrientes no tiene, a la
larga, demasiado sentido.
Sí que lo tiene, en mi opinión, optimizar nuestros recursos
y utilizarlos “con sentido” huyendo de panaceas universales que puedan venir
bien a Pedro pero que, quizás, no vengan tan bien a Juan. La lógica está, según
pienso, en analizar, acotar necesidades y brindar a cada uno la solución
que más útil le pueda resultar.
El verdadero valor de un plan formativo no está ni en
que sea bonito, grande y lleno de colorido como el pobre Epi, ni en que a otros
les funcione ni, ni siquiera, en que esté súper de moda y otras empresas amigas
lo tengan y funcionando. Su verdadera
validez radica en diseñarlo con cuidado, analizando el colectivo al
que va dirigido, sopesando si, a la larga, será útil y si se adaptará
a lo que nuestro “público” (léase plantilla, personal, alumnos en
general) realmente precisa.
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