Más “perros” que Rantamplán.





Que hablar idiomas es, y más en el ámbito profesional poco menos que imprescindible, resulta, a día de hoy, una verdad casi, casi universal.

Los últimos datos que, sobre Empleabilidad e Idiomas, publica Adecco en su famoso informe anual revelan que, siguiendo la tónica general de ejercicios anteriores, “el porcentaje de las ofertas en las que requiere contar con algún idioma extranjero” ascendió  “hasta el 34,84% en el 2017”.

De entre todas las posibles lenguas, el Inglés sigue, de acuerdo con las estadísticas, siendo el más demandado por empresas y entidades y es requisito indispensable en un incontestable 93,7% de los casos.  Le siguen, muy de lejos y en ese orden, Alemán Francés, Portugués e Italiano y, por completar la relación, el Árabe, Chino, Ruso, Polaco, Checo y Rumano.

Geográficamente, cuenta el informe, “las comunidades autónomas que solicitan más candidatos con conocimientos de idiomas extranjeros son, en orden descendente, Cataluña, País Vasco, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana e Islas Baleares estando todas ellas por encima de la media nacional”. Igualmente, “entre las comunidades que más se vuelcan con un único idioma están Navarra, Murcia y Castilla la Mancha cuyo requerimiento medio del idioma Inglés supera el 96% de las ofertas que solicitan idiomas”.

Si analizamos Sectores, Hostelería/Turismo, Telecomunicaciones y Recursos Energéticos lideran el ranking. En lo relativo a Áreas funcionales, Administración de Empresas es en la que más se valora el conocimiento de un idioma extranjero.  Le siguen, por citar algunas, Logística, Transporte, Compras, Ingeniería y Producción, Marketing y/o Comunicación.

Por abreviar y evitar sopores innecesarios  😕😕 (el informe lo explica sin duda mucho mejor que yo) resulta, como contaba al principio, obvio decir que las empresas son (y de ahí los requisitos en sus procesos de contratación) cada vez más conscientes de que el idioma y ya no sólo el idioma sino el dominio de las convenciones sociales y culturales que conforman (o al menos deberían, a efectos formativos, conformar) un “uno indivisible” con la lengua, son herramientas claves para alcanzar el éxito profesional en un entorno cada vez más globalizado y cambiante.






Visto lo visto y a tenor de los números, está claro que (lo sabemos de sobra) o nos “ponemos las pilas”, invertimos en hablar idiomas e invertimos, aún más en que nuestros canijos, sobre todo ellos, también los hablen, o mal dadas nos vendrán dadas.

Maneras de hacerlo (teniendo SIEMPRE en mente que esto de aprender un idioma tiene poquito de fácil e inmediato) las hay y muy variadas pero, afrentémoslo, aunque muchas son las opciones, muchos son, también, los obstáculos que, para nuestra desgracia, nos tienen donde nos tienen = en situación de desventaja lingüística.

1)    El día a día y la inmediatez nos superan.  La rutina, la agenda y la, afrontémoslo, “la pereza más absoluta” (a veces somos, seamos sinceros, “más perros que rantamplan) nos ganan la partida y ante esa reunión con los “dichosos Ingleses”, ese examen que cambiará nuestras vidas o esa entrevista inesperada, cubrimos el expediente acuciados por la urgencia, poniendo parches, buscando atajos y aplicando soluciones de emergencia que nos solventan una crisis pasajera pero que, a la larga, no nos llevan a ningún sitio.

Acostumbrados a resultados a la vuelta de un click, a la velocidad de la luz y a las píldoras de colores variopintos (hoy en día es Coach incluso el que no lo es), valoramos poquito lo que no es inmediato y, repito, dominar un idioma, con todo lo demás que tenemos encima (trabajo, estudios, familia, perros, gatos y hobbies varios), lo es más bien poco. Desafortunadamente, nos vale aquello de necesito, rápido, un papel con tal nivel, ya aprenderé inglés cuando lo tenga.




2)    Estamos muy dispuestos, y esto es muy válido tanto en el sector particular como corporativo, a hacer una inversión importante para comprarnos el último modelo de ese nuevo cacharro intergaláctico (adoro los cacharros intergalácticos, que conste) pero, las más de las veces, gastar ese mismo dinero en formación nos parece, ¡menudo robo! poco menos que ridículo


3)    Hemos pasado de un sistema educativo que ha adolecido de interés en la formación de idiomas a otro que ahora, o Juanín o Juanón, peca de todo lo contrario pero lo hace empezando la casa por el tejado y sin darnos las armas necesarias para enfrentarnos a un panorama cada vez más internacional. Tenemos, sí o sí, que hablar idiomas ya pero no hemos puesto, bien por falta de opciones bien de ganas, las bases para hacerlo.



¿Y entonces?  ¿Muerte y destrucción? ¿No hay esperanza? ¿Suicidio lingüístico colectivo? 😰😰  ¿Apostamos, por qué no, por el esperanto?

Nada más lejos……existen, como decía antes, aprovechado la época y aquello de los buenos propósitos de año nuevo múltiples opciones que, si entonamos el “vísteme despacio que tengo prisa” pueden, indudablemente, ayudarnos a dar el “salto lingüístico”. Así, por citar algunas de nuestro catálogo habitual (yo tengo mis favoritas pero eso ya es cuestión de contarlo otro día) podríamos recurrir en un momento determinado a***

n  formación extensiva/ intensiva presencial

n  monográficos enfocados a destrezas

n  programas telefónicos

n  clases virtuales

n  plataformas como complemento a otro tipo de modalidades

n  estancias en el extranjero

n  romances mil con según sea el caso, novios o novias guiris (esta no la tenemos en el catálogo…).

n  un largo etcétera (porque lo realmente bonito de este negocio es encontrar, vistas las particularidades del Cliente, una solución a medida)


La clave, como en todo y vista la variedad, es actuar con lógica, saber elegir la opción que más nos convenga e, idealmente, optar, siempre, por seguir el consejo de profesionales que, siéndolo, sepan asesorarnos, que diseñen, un programa lógico pensado para dar respuesta a nuestras necesidades. que lo enfoquen a objetivos reales y motivadores y que pongan a nuestra disposición los medios, humanos (id est formadores con el perfil y la experiencia precisa + recursos y contenidos apropiados) o, llegado el caso, divinos 😇 que más se adapten a nuestra tipología como alumnos porque, como decía Kató Lomb (https://en.wikipedia.org/wiki/Kató_Lomb), “language is the only thinkg worth knowing even poorly”.



*** Dejar claro en este sentido que ninguna de estas fórmulas esconde, de por sí, el secreto, esa fórmula mágica que nos guiará hacia la consecución de lo “imposible” = el bilingüismo total y absoluto 😎😎.  La teoría dice que, sobre el papel, se necesitan entre 200 y 250 horas de estudio guiado para aumentar un nivel.  Bien es verdad que esas horas, sin trabajo propio (repaso, estudio, exposición al idioma de estudio - pelis, audios, etc..) lo que viene siendo el “hacer deberes” de toda la vida) dan para lo que dan…




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