¿HUEVO O GALLINA?

 

 Imagen tomada de https://www.rolscience.net

                                                     
 

A principios de 2015 escribía una entrada (incluyo link abajo) en la que hablaba sobre el tema de la corrección de errores (1) en el aula. 

https://philologist-in-trouble.blogspot.com/2015/01/mi-profe-no-me-corrige-l-asistir-una.html

Ya por aquel entonces tenía claro (y el tiempo me ha reafirmado en mi opinión) que toda clase de Segunda Lengua o Lengua Extranjera (del idioma que sea), debería incluir (sí o sí) una fase de análisis y corrección de errores como elemento clave para la mejora, al menos cualitativa, del nivel del alumno.

Soy, lo reconozco, muy fan de la corrección porque creo que es necesaria y porque el saber utilizarla en su justa medida es un rasgo diferencial que separa al buen formador de aquel otro que quizás no lo es tanto pero, aún teniendo claro que es un elemento tan importante, la eterna pregunta, el equivalente a ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? es, considerando que un idioma es una herramienta de comunicación, si hemos de ponerla o no por encima de la fluidez (entendida aquí como habilidad de transmisión de nuestro mensaje).

A bote pronto, porque pienso que comunicar con eficacia nos abre puertas, nos ayuda a conseguir cosas y porque además, como sigo siempre, el que alguien en un país extranjero, entienda que lo que quieres es una cerveza (fresquita a ser posible 😎😎) es, de por sí, el 80% del éxito, el corazón me pide darle a la trasmisión del mensaje el valor que, indudablemente, se merece y "encumbrarla" relegando lo "correcto", la "perfecta ejecución" a un segundo plano.

Pero, bien pensado, si la comunicación es la clave (dicen que lo que no se comunica no existe) en contextos, llamémosles "primarios", conviene, quizás, analizar su peso a la luz de situaciones más específicas tales como presentaciones de negocios, entrevistas o intentos de vender y venderte (= convencer con tu marca personal) . 

Si bien, en escenarios de esta naturaleza comunicar es imprescindible, también lo es (si queremos proyectar una imagen solvente y provocar una impresión posistiva) ser correcto (en el sentido, aquí, más amplio de la palabra = gramatical, léxica, pragmática, fonética (2) y estructuralmente).

¿Huevo, entonces o gallina? ¿Comunicar como "fin último" o "limitar" la espontaneidad de lo que expresamos con criterios normativos?

Pues, en un mundo perfecto y mi opinión, huevo Y gallina, mensaje Y correción en, quizás, ese orden: primero comunicar y después o idealmentte al mismo tiempo, hacerlo correctamente.

 

(1) Interesante tener en cuenta, si lo que buscamos es estudiar la corrección, "The significance of learners´errors" (S.P. Corder 1967). Artículo en el que el lingüista distingue entre error ("error" in inglés) y falta o equivocación (mistake). Error sería todo aquel ejemplo que implique la desviación, por desconocimiento, de una regla aceptada como correcta mientras que "falta" queda reservada a lapsus o fallos esporádicos cometidos por descuido.

(2) Me refiero aquí al tema del acento que, es, en mi opinión una "tarjeta de presentación" inmejorable a la hora de provocar una impresión favorable en nuestro interlocutor. Un acento convincente puede ser, bajo mi punto de vista, mucho más "determinante" que una estructura sintáctica o, incluso, una elección léxica impecables.  

 

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